Tengo unos deseos interminables de ser rescatada. Que me saquen de todo esto, de mi rutina habitual. Que me eleven, bajen al infierno y me vuelvan a subir. Y es que mis manos suelen sentirse agotadas y más aún, vacías. Y no puedo evitar parecerme a la cabra chica desesperada de mi niñez. La que cree estar sola y acompañada está. Nunca he estado sin nadie a mi lado, mas suelo sentir ese vago sentimiento de cuando dejas tus vicios, esa resaca que te recuerda que la gotera sigue ahí, sin ser tapada. Sé que todo esto suena a sufrimiento constante, y no es eso lo que pasa por mi cabeza, simplemente quiero ser rescatada, una vez más. Como todas las veces que alguien ha intentado hacerlo con fallida respuesta. Creo sentir, por primera vez, que vale la pena que me encuentren. Estoy dispuesta a mostrarme.
m.