lunes, 26 de septiembre de 2011

La puta favorita


La última vez que hicimos el amor, me agarró fuerte la nuca y me dijo puta con los ojos. Me gustaba que lo dijera, o más bien que lo pensara, hacía que me sintiera como un pájaro sin ataduras y menos vulnerable a su piel. Como si el apego jamás hubiera existido y se tratara simplemente de carne, en todas sus letras. Así que lo miré fijamente para disminuirlo !Cómo gozaba hacerlo dudar de lo que sentía! y lo lograba, pues a pesar de que creía que varios habían pasado por mis piernas, no dejaba de amar cada centímetro de mi cuerpo.

Él sabía que no habría otra como yo, y que su crueldad se dispersaba apenas me acercaba y tocaba sus manos, su pelo, o lo que fuera. No me creía la mejor jugada de sus cartas, ni el último suspiro que viviría en su corta vida, por el contrario, estaba lejos de ser la mujer perfecta. Lo hacía pasar vergüenzas en la vía pública y me enamoraba de cada persona que me prestaba atención. Y parece que con el tiempo lo aceptó y prefirió dejarme ir. Lo encontré razonable, no me gustaba sentir esa presión de justificar mis conductas. Y el chico no lloró, mas todas las noches buscó mi calor en el lecho de falsas mujerzuelas.

No lo volví a ver. Con el pasar de los años supe que me había llevado una gran parte de su alma, que extrañaba mi inestabilidad emocional y poca preocupación. A la fecha que me enteré de eso, ya me estaba volviendo una mujer aburrida, estable, con rutina prolongada y muy atenta a lo que pasaba en mi alrededor. No podía estar con él ni con nadie, y si lo pienso ¡qué más da! le advertí que no se acostumbrara a mí. Ni a mis besos, ni a mi olor, ni a mi risa, ni a cómo lo miraba o dejaba de mirar, ni a mi rabia, ni a mi dramatismo, ni a todo lo que me constituía. Le dije que algún día me iba a marchar y que echaría de menos esas cosas si estaba acostumbrado.



m.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Para ti, Diego

Podría explicarte con una simple palabra todo lo que me haces sentir, pero va más allá de eso y de lo que puede envolver una frase. Yo te amo por varias cosas (por no decir bastantes) y creo con urgencia que necesitas saberlo.

Amo que no duermas más allá de las 11 AM y que me incluyas en tu vigilia dándome besos y haciéndome cariño. Que prendas el televisor como estrategia de llamar mi atención y que tengas victoria y yo te abrazo y no me enojo y te lleno de besos porque despertar a tu lado es un regalo, y no me pongo idiota y lo disfruto y me dejo caer en tu piel. Amo que seas el más tierno y que no te aburras de entregar amor, que no lo hagas por obligación sino porque te nace y siempre has sido así de atento y caballero, y que me mimes pero no excesivamente porque me conoces y sabes que es posible que me convierta en la más regalona, entonces estás al tanto de tus límites y los míos y más me voy enamorando porque nadie me sabe llevar como lo haces tú y quizá eso era lo que me faltaba, pues voy entendiendo que amar es aceptar las manos del otro y aprender a disfrutar las mañas de la pareja. Y avanzo otro paso más y empiezo a amar las vueltas que te das en las noches, que no te preocupes por nada que no sea de vida o muerte y de repente me empapo de ti y ya no soy tan dramática y no necesito discutir por el simple hecho de que caminaste dos pasos más que yo o porque llegas muy temprano y ni siquiera estoy lista, y me explicas que yo soy la impuntual y me callo, tienes razón siempre lo he sido y te pido perdón y me perdonas porque ya estamos juntos y eso es lo que importa y cocinamos y te encanta la pimienta y a mí también, y comemos la especialidad de la casa y jamás nos aburre porque nos queda rico y te miro y me encanta como tomas el cuchillo y tenedor y que tengas estómago de mujer y que yo me coma todo y tu dejes porque siempre te sirvo más. Y te sigo mirando y te sigo amando, pues no necesito de nadie más y dicen que eso es bueno. Amo que a veces seas ingenuo y me preguntes si te amo y que te brillen los ojos como si no conocieras la respuesta, y yo te digo que cada día más y me sonríes y dices que tú más y siento cosquillas y risa a la vez porque caemos en lo surreal y no te hablo y me miro a través de ti y comprendo que aún no dimensionas lo que causas en mí y me dan ganas de gritarte que ya no basta con mi cuerpo que tirito cuando te pienso y lloro cuando te vas, pero lo ignoras porque nunca te lo había dicho hasta ahora. Y me siento afortunada porque sé que eres más de lo que me merezco, pero justo lo que necesitaba para ser feliz.


m.