lunes, 3 de febrero de 2014

Me pierdo me encuentro

Estamos tan perdidos en nada, siendo que todas las respuestas se encuentran ahí,  intactas desde el comienzo. Sólo hay que escuchar el sonido del ambiente, la música creada por todo el universo, ese destello desconocido que llevamos dentro y que muchas veces no nos deja respirar. Esa melodía eterna que te va elevando y logra que entiendas el término "para siempre" y el significado de tu verdadero ser. En ese instante absoluto, quizás por suerte del destino podemos comprender que no estamos solos en esto, que es una búsqueda interminable de caminos superpuestos y cada uno debe saber elegir cómo canalizar esa energía inicial, que cuando la aprovechamos con conciencia, dejando de lado todo el contenido externo que sólo nos muestra una cáscara de lo que somos, fácilmente podría llegar a ser una energía universal, limpia y sin tiempo. Somos responsable del contagio apresurado, porque nuestra búsqueda por saciar lo insaciable sólo nos aleja de nuestra esencia divina. Más importante que el "no deber" es el "no querer" y no quiero contagiar a nadie con absolutamente nada, puesto que entender mi propia realidad a veces se torna difícil e incoherente. Tengo que asumir y vivir consciente de que hacerme cargo significa mirar sólo una vez más para atrás, y esa mirada debe ser de despedida. Tenemos nuestro propio sello y esa marca no debemos atribuirla a nuestro pasado, la marca va más allá del tiempo, más allá del gusto, más allá de la pérdida. La marca ni siquiera la puedo explicar porque aún no la he interiorizado, y aunque sé que se encuentra aquí, no sé cuanto tiempo se tarde en pasar por mis venas.

m.-