Para ser sincera, no me importa quién ve mi blog. Tampoco me interesa redactar cada palabra para que la puedan entender, ni mucho menos ocupar un vocabulario rebuscado y jurarme Neruda. Soy pésima en léxico y el que me conoce lo sabe. Sólo me dedico a escribir y cuando releo mis textos ni yo me la creo, pues la mayoría de las veces no entiendo de dónde saco tanta lesera junta. Soy una ciudadana de tomo y lomo coloquial, no filtro nada de lo que digo, pregunto todo lo que se me viene a la cabeza y después de mí no hay persona más enredada para hablar. Me cuestiono la existencia de todas las cosas que observo y también de las que no están a mi alcance, sí, mis dudas suelen aburrir y es que no puedo evitar querer saber lo que a otros ni siquiera les interesa. Me acuesto pensando qué sucede cuando se nos acaba el aliento, y diariamente analizo si será verdad que Dios tiene un plan para todos, lo analizo porque de no ser así se me erizan los pelos y siento cómo el pánico irrumpe en mi vida. Soy una fiel creyente de los extraterrestes y caigo en lo absurdo, tanto así que he llegado a trastornarme con el tema. Mi imaginación no tiene límites y lo pude comprobar a mis siete años cuando por primera vez tuve un amigo imaginario, se llamaba Rino y era un Rinoceronte morado. Lo dejé de ver por razones obvias... Ocupaba mucho espacio. También debo decir que no tengo nada de matemáticas en la piel, en ningún aspecto las sé aplicar, por lo mismo no soy cuadrada para pensar, no puedo, mi mente no me lo permite y siempre veo más de cinco dedos en una mano. Por otra parte, estoy a favor de las liberaciones sexuales. Me gustan los perros. Odio los gatos. Exagerada hasta decir basta. Hipocondríaca. Impulsiva e impaciente. Mantengo una profunda admiración por Dostoievski. Inevitablemente siempre creo que mi vida es una película o un libro, no sé, y la dramatizo al punto de no saber distinguir entre lo real y lo ficticio, es por eso que escribo, pues no podría sostener tanto en mi memoria, me frustraría y una vez más me terminaría pareciendo a la palabra melancolía.
m.