jueves, 30 de diciembre de 2010

Trip



Me sorprende haberme convertido por un largo período en una persona con repudio a la realidad. Quería despegar, y traer todo lo onírico de una vez por todas a mi vida cotidiana, estaba segura de que así iba a poder aclararme completamente, pues nunca recuerdo lo que sueño y sin duda mis mejores ideas las tengo guardadas con candado en mi inconsciente. Así que sin darle más vueltas al asunto emprendí el mejor viaje de mi vida. Mis pies y alma flotaban, y como si fuera poco, volví a sentir el cosquilleo del primer orgasmo de una mujer virgen. Todo fue sucediendo lentamente. Y más allá de las incontables figuras que veía en el horizonte y las lágrimas que me caían de felicidad, lo que amé de ese eterno viaje fueron las puertas que me abrió el cielo. Ya no busqué más respuesta, las tenía ahí, en mis manos. El mundo me gritaba que estaba en el camino correcto y que debía seguir disfrutando de cada respiro pequeño que me regalaba Dios. No sé, fue tan extraño, sabes, pues solo unas horas antes había dudado de todo lo que me habían enseñado desde pequeña, había dudado hasta de lo más atómico, pero esos colores fluorescentes me hicieron recordar la creación, ni siquiera existía en esos momentos y algo me decía que así mismo había sucedido. Rayos, fui tan feliz que aunque ya no siento nada de lo que experimenté en aquel instante todavía me siguen cayendo lágrimas de emoción, nunca nada me había inflado tanto el pecho, y es que suelo ser impulsiva, vengativa e hiriente, pero algo me quedó grabado y espero no olvidarlo jamás; Quiero estar tranquila y encontrar la paz mental. Como dijo mi amiga Constanza "Esto no tiene nada que ver con ellos ni con nadie, es algo completamente tuyo" y así es. Me costó 21 años darme cuenta de que todo lo que creía que me iluminaba, me estaba apagando.




m.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Que se detenga el tiempo

Quiero que se detenga el tiempo y que mis suspiros ya no sean desperdicios para el aire. Quiero parar todo. Que los autos no avancen, que la gente se congele y así, de a poco, poder sentirme mejor. Y cuando todo vuelva a la normalidad, cuando el mundo nuevamente comience a girar, estar preparada y con el pecho bien inflado gritar que todas mis penurias, recuerdos y besos de primavera, verano, otoño e invierno se los llevó el reloj. Quizás me gusta soñar y dentro de mis fantasías imagino que tengo toda una vida para olvidarte y que nadie me apresura, pues el mundo me estará esperando sin cambios aparentes. Sin embargo, la realidad es otra en donde sé que no me puedo pasar todos mis años extrañándote y creyendo en los cuentos de hadas. Las estaciones están corriendo, el año pronto acabará y aunque sé que voy contra la marea, creo que me daré el tiempo de echarte de menos trecientos sesenta y cinco días más.


m.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Haces

Haces que me entren ganas de despegarme del suelo. De que nunca más me encuentren, de no estar nunca localizable. Ganas de saltarme todos los momentos incómodos que me faltan por vivir. Evitar cada sonrisa irónica que me obliguen a dar. Haces que me entren ganas de no aceptar nunca un sueldo y decirles que no quiero que me paguen por vivir. Pero para eso me tienen que entrar antes ganas de irme, lejos de aquí y lejos de cualquier parte, donde tú me encuentres sin que diga nada, no hará falta. Haces que me entren ganas de parar el reloj, de impedir el paso del tiempo, de congelar mis momentos, nuestros momentos. Que quiera ir lentamente y a la vez que sea imposible ir más rápido. Que mi corazón lata siempre como si fuera a paralizarse, que me falte el aire, que me sobren ganas de todo. Haces que me entren ganas de conocerte, es que hace mucho que no le escribo a nadie, y me temo que esta vez tampoco.



m.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Escribo

Escribo porque sino lo hago me volvería loca. Hay algo dentro de mí que me impulsa a hacerlo, algo que me quita un poco el aire si me niego. No lo hago para que la gente me entienda, ni para que busquen semejanzas con sus vidas. Escribo porque es lo que mejor hago, y aún así lo hago mal. Lo hago porque mis dedos han aprendido a escribir palabras que mi alma tenía olvidadas. Escribo para saber qué es lo que siento y cuál es mi estado anímico. No lo hago para que me elogien, ni para que subrayen mis frases. No lo hago para sentirme bien, pero sí porque sino lo hago me siento peor. Escribo porque sino en mi cabeza las frases no me dejan respirar. Escribo intentando ordenar mis pensamientos. Empecé a hacerlo porque me faltaba leer algo que reflejara realmente lo que soy. Intento escribir algo que de verdad me gustaría leer, por eso soy mi crítica número uno. Escribo cosas constantemente, aunque no siempre tengo tantas que decir. Escribo para aplazar el dolor, o para recordarlo. Para enamorarme. Sonreír. Olvidar. Lo hago porque la realidad suele desagradarme. Escribo para dejar sobre un papel los detalles que otros suelen olvidar. Lo hago para entenderme a mí misma, para sentirme menos incomprendida.

Escribo para dejar de tener una cabeza con tantos cachureos.



m.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Hoy

Es una noche despejada, y en mis huesos noto la duda, de si quizás aún recuerdas a esta mente elocuente. Me siento afortunada por no haber vendido mis sueños, aquellos que jamás entenderían. Haber dejado en mi mente todas esas caricias que nunca nos dimos y las cosas que no nos dijimos, pero que ocurrieron, muy dentro de mí lo sé.

Hoy es una noche despejada, y olvido.


m.

viernes, 3 de diciembre de 2010

No sé

Me encantaría ser como él. Sentarme en las bancas de los parques y poner la mente en blanco. Fumarme el aire y simplemente dejarme llevar. A veces deseo no desear todo, no pensar tanta lesera junta y entregarme sin falsedades al que venga en busca de refugio. Pero la verdad es que no sirvo de albergue porque ni siquiera tengo dónde acostar mis poros. Me quedan mis manos, un par de canciones y las precarias letras que salen de mi desequilibrada cabeza. Si ya ni siquiera sé qué escribir, porque ya no me entiendo. Si no me entiendo no me sé expresar y si no me expreso no puedo entregar ni lo más mínimo de mi ser. Y pensar que hay personas que valoran hasta eso, lo que no tengo. Aman mi inestabilidad y mi locura constante. Aman que no sepa, que no sienta y que no tenga memoria. Quizás de eso se trata todo, de no recordar, de despertar por las mañanas, entregar y olvidar.


m.