
Me sorprende haberme convertido por un largo período en una persona con repudio a la realidad. Quería despegar, y traer todo lo onírico de una vez por todas a mi vida cotidiana, estaba segura de que así iba a poder aclararme completamente, pues nunca recuerdo lo que sueño y sin duda mis mejores ideas las tengo guardadas con candado en mi inconsciente. Así que sin darle más vueltas al asunto emprendí el mejor viaje de mi vida. Mis pies y alma flotaban, y como si fuera poco, volví a sentir el cosquilleo del primer orgasmo de una mujer virgen. Todo fue sucediendo lentamente. Y más allá de las incontables figuras que veía en el horizonte y las lágrimas que me caían de felicidad, lo que amé de ese eterno viaje fueron las puertas que me abrió el cielo. Ya no busqué más respuesta, las tenía ahí, en mis manos. El mundo me gritaba que estaba en el camino correcto y que debía seguir disfrutando de cada respiro pequeño que me regalaba Dios. No sé, fue tan extraño, sabes, pues solo unas horas antes había dudado de todo lo que me habían enseñado desde pequeña, había dudado hasta de lo más atómico, pero esos colores fluorescentes me hicieron recordar la creación, ni siquiera existía en esos momentos y algo me decía que así mismo había sucedido. Rayos, fui tan feliz que aunque ya no siento nada de lo que experimenté en aquel instante todavía me siguen cayendo lágrimas de emoción, nunca nada me había inflado tanto el pecho, y es que suelo ser impulsiva, vengativa e hiriente, pero algo me quedó grabado y espero no olvidarlo jamás; Quiero estar tranquila y encontrar la paz mental. Como dijo mi amiga Constanza "Esto no tiene nada que ver con ellos ni con nadie, es algo completamente tuyo" y así es. Me costó 21 años darme cuenta de que todo lo que creía que me iluminaba, me estaba apagando.
m.