jueves, 30 de diciembre de 2010

Trip



Me sorprende haberme convertido por un largo período en una persona con repudio a la realidad. Quería despegar, y traer todo lo onírico de una vez por todas a mi vida cotidiana, estaba segura de que así iba a poder aclararme completamente, pues nunca recuerdo lo que sueño y sin duda mis mejores ideas las tengo guardadas con candado en mi inconsciente. Así que sin darle más vueltas al asunto emprendí el mejor viaje de mi vida. Mis pies y alma flotaban, y como si fuera poco, volví a sentir el cosquilleo del primer orgasmo de una mujer virgen. Todo fue sucediendo lentamente. Y más allá de las incontables figuras que veía en el horizonte y las lágrimas que me caían de felicidad, lo que amé de ese eterno viaje fueron las puertas que me abrió el cielo. Ya no busqué más respuesta, las tenía ahí, en mis manos. El mundo me gritaba que estaba en el camino correcto y que debía seguir disfrutando de cada respiro pequeño que me regalaba Dios. No sé, fue tan extraño, sabes, pues solo unas horas antes había dudado de todo lo que me habían enseñado desde pequeña, había dudado hasta de lo más atómico, pero esos colores fluorescentes me hicieron recordar la creación, ni siquiera existía en esos momentos y algo me decía que así mismo había sucedido. Rayos, fui tan feliz que aunque ya no siento nada de lo que experimenté en aquel instante todavía me siguen cayendo lágrimas de emoción, nunca nada me había inflado tanto el pecho, y es que suelo ser impulsiva, vengativa e hiriente, pero algo me quedó grabado y espero no olvidarlo jamás; Quiero estar tranquila y encontrar la paz mental. Como dijo mi amiga Constanza "Esto no tiene nada que ver con ellos ni con nadie, es algo completamente tuyo" y así es. Me costó 21 años darme cuenta de que todo lo que creía que me iluminaba, me estaba apagando.




m.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Que se detenga el tiempo

Quiero que se detenga el tiempo y que mis suspiros ya no sean desperdicios para el aire. Quiero parar todo. Que los autos no avancen, que la gente se congele y así, de a poco, poder sentirme mejor. Y cuando todo vuelva a la normalidad, cuando el mundo nuevamente comience a girar, estar preparada y con el pecho bien inflado gritar que todas mis penurias, recuerdos y besos de primavera, verano, otoño e invierno se los llevó el reloj. Quizás me gusta soñar y dentro de mis fantasías imagino que tengo toda una vida para olvidarte y que nadie me apresura, pues el mundo me estará esperando sin cambios aparentes. Sin embargo, la realidad es otra en donde sé que no me puedo pasar todos mis años extrañándote y creyendo en los cuentos de hadas. Las estaciones están corriendo, el año pronto acabará y aunque sé que voy contra la marea, creo que me daré el tiempo de echarte de menos trecientos sesenta y cinco días más.


m.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Haces

Haces que me entren ganas de despegarme del suelo. De que nunca más me encuentren, de no estar nunca localizable. Ganas de saltarme todos los momentos incómodos que me faltan por vivir. Evitar cada sonrisa irónica que me obliguen a dar. Haces que me entren ganas de no aceptar nunca un sueldo y decirles que no quiero que me paguen por vivir. Pero para eso me tienen que entrar antes ganas de irme, lejos de aquí y lejos de cualquier parte, donde tú me encuentres sin que diga nada, no hará falta. Haces que me entren ganas de parar el reloj, de impedir el paso del tiempo, de congelar mis momentos, nuestros momentos. Que quiera ir lentamente y a la vez que sea imposible ir más rápido. Que mi corazón lata siempre como si fuera a paralizarse, que me falte el aire, que me sobren ganas de todo. Haces que me entren ganas de conocerte, es que hace mucho que no le escribo a nadie, y me temo que esta vez tampoco.



m.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Escribo

Escribo porque sino lo hago me volvería loca. Hay algo dentro de mí que me impulsa a hacerlo, algo que me quita un poco el aire si me niego. No lo hago para que la gente me entienda, ni para que busquen semejanzas con sus vidas. Escribo porque es lo que mejor hago, y aún así lo hago mal. Lo hago porque mis dedos han aprendido a escribir palabras que mi alma tenía olvidadas. Escribo para saber qué es lo que siento y cuál es mi estado anímico. No lo hago para que me elogien, ni para que subrayen mis frases. No lo hago para sentirme bien, pero sí porque sino lo hago me siento peor. Escribo porque sino en mi cabeza las frases no me dejan respirar. Escribo intentando ordenar mis pensamientos. Empecé a hacerlo porque me faltaba leer algo que reflejara realmente lo que soy. Intento escribir algo que de verdad me gustaría leer, por eso soy mi crítica número uno. Escribo cosas constantemente, aunque no siempre tengo tantas que decir. Escribo para aplazar el dolor, o para recordarlo. Para enamorarme. Sonreír. Olvidar. Lo hago porque la realidad suele desagradarme. Escribo para dejar sobre un papel los detalles que otros suelen olvidar. Lo hago para entenderme a mí misma, para sentirme menos incomprendida.

Escribo para dejar de tener una cabeza con tantos cachureos.



m.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Hoy

Es una noche despejada, y en mis huesos noto la duda, de si quizás aún recuerdas a esta mente elocuente. Me siento afortunada por no haber vendido mis sueños, aquellos que jamás entenderían. Haber dejado en mi mente todas esas caricias que nunca nos dimos y las cosas que no nos dijimos, pero que ocurrieron, muy dentro de mí lo sé.

Hoy es una noche despejada, y olvido.


m.

viernes, 3 de diciembre de 2010

No sé

Me encantaría ser como él. Sentarme en las bancas de los parques y poner la mente en blanco. Fumarme el aire y simplemente dejarme llevar. A veces deseo no desear todo, no pensar tanta lesera junta y entregarme sin falsedades al que venga en busca de refugio. Pero la verdad es que no sirvo de albergue porque ni siquiera tengo dónde acostar mis poros. Me quedan mis manos, un par de canciones y las precarias letras que salen de mi desequilibrada cabeza. Si ya ni siquiera sé qué escribir, porque ya no me entiendo. Si no me entiendo no me sé expresar y si no me expreso no puedo entregar ni lo más mínimo de mi ser. Y pensar que hay personas que valoran hasta eso, lo que no tengo. Aman mi inestabilidad y mi locura constante. Aman que no sepa, que no sienta y que no tenga memoria. Quizás de eso se trata todo, de no recordar, de despertar por las mañanas, entregar y olvidar.


m.

jueves, 25 de noviembre de 2010

El último


Nunca me había puesto a pensar en el placer que puede llegar a causar abrir una cajetilla de Like Strike y agarrar el primer cigarro, prenderlo y saber que quedan 19 más... ohhh eso sí que se goza...Y en ese momento no importa nada.. y si te piden cigarros regalas con mucho gusto porque sabes que te quedan muchos y son nuevos. Pero el problema se da cuando te quedan dos y fumas el penúltimo pensando en que cuando lo termines te va a quedar sólo uno... Y lo peor es cuando te vas a fumar el último y tienes que tirar la caja y no encuentras un basurero y lo terminas dejando arriba del escritorio del pc que ya no tiene más espacio por todos los paquetes de alfajores y los vasos de hace cuatro dias... Bueno como les decía, y te fumas el último. Y lo disfrutas tanto, y lo valoras tanto, y lo deseas tanto que no quieres que se termine. Eso es normal, pero lamentablemente así pasa con muchas cosas, cosas que te hicieron muy feliz y que se terminan
y te duele
y te molesta
y no te acostumbras a la idea
pero simplemente
se terminan.


m.

Amar y querer

El que quiere pretende seguir, el que ama su vida la da. El que quiere pretende vivir y nunca sufrir, el que ama no puede pensar todo lo da. El que quiere pretende olvidar y nunca llorar. El querer pronto puede acabar, el amor no conoce el final, y es que todos sabemos querer, pero pocos sabemos amar.



Jose Jose.
Quiero caminar por las nubes hasta caerme

Gritos desesperados

Y desafortunadamente amaneció. Andrea no quería huír, sin embargo, no tenía otra alternativa pues no era falaz, y tenía claro que no era una princesa de cuentos de hadas ni mucho menos estaba cerca de perder zapatos en los pasillos. Entonces comenzó a correr, y corrió y corrió hasta llegar a su albergue. Se paró frente a la ventana (si es que a ese cuadrado de 2x2 todo oxidado se le podía llamar ventana), y con un rostro taciturno se dedicó a contar cada gota que caía en el precario vidrio. Nadie la iba a salvar, nadie la iba a tocar y nadie a estar alerta a sus gritos desesperados. Se iba a quedar ahí, en esa pieza, mirando el amanecer y dándose cuenta de que todos los días de lluvia eran tristes.


m.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Querida desconocida

Podría estar horas y horas explicándote cómo me haces sentir y las mil vueltas que me doy en las noches por la constancia de tu voz que nunca escucharé. Podría estar toda la vida golpeándome el pecho por haberte quitado el aliento, las oportunidades y los pecados que nunca cometerás. Creo a ojos cerrados que soy mala, pues siempre he necesitado del sufrimiento ajeno para sobrevivir. También soy egoísta y para el colmo todo lo que toco lo destruyo. Perdóname desconocida, y hablo en femenino porque sin tocarte sé que eras mujer, una chiquitita con un poco de agua y aceite en la piel. Y ya ves pequeña, aunque no estés, siempre estarás, aunque no llores, siempre una lágrima mía será para ti. En los árboles, en las noches de insomnios, en las hojas pisadas, en las primaveras restantes, en los caminos sin rumbo, en mi inestabilidad emocional, en los besos con poco sabor, en todo estarás tú. Y así pasarán los días, las noches, las arrugas llegarán, los amigos se irán, mi padres partirán, mis textos ya nadie los leerá, pero tú, desconocida, estarás presente recordándome que habrías sido la única capaz de alegrarme las mañanas.


m.

lunes, 25 de octubre de 2010

Perdón

Perdón por estar empapada de miel, y otras veces por ser tan y tan fría. Por hablar de roturas como si fuera experta, mientras trato de inventar la manera de seguir. Perdón por aspirar más que al mismo paraíso, a veces me olvido de que hay límites, me olvido de que estoy totalmente limitada a mis propias palabras. También por a veces sentir al revés y odiar a quien amo, con todas las fuerzas. Perdón por hablarte tanto del frío, pero no del que hace por las noches. Perdón por recordarte nuestros errores, esos que ni con el mejor corrector se podrán borrar. Perdón por callar casi todo lo que pienso, y otras veces despertar a gritos. Ser otra cada noche, sin buscarte. Perdón por no dar más chances y dejar que te marches. Lamento mi mirada austera, y también estar tan desviada de todos los caminos. Por ser tan torpe al buscarte y dejarte. Perdón por no saber expresarme ni despedirme, que mis suspiros se coman todas mis frases. Siento romperte siempre la voz, y también mis locuras. Lamento olvidar qué día es mañana, o que existe un futuro. Perdón por necesitar dolor para creer en mi vida. Lamento ser bipolar y que no hayas entendido lo que quería. Ser tan olvidable. Dejarte sin ninguna historia. Perdón por no ser nunca la misma cada vez que vuelves. Mostrar unos ojos fuertes, y formar tantas paredes de ladrillos a mi alrededor. Perdón por estar ausente, y no ser espectante de tus cambios. Y a veces no lo siento, porque piensa que esto es lo único que tengo de mí.


m.

viernes, 20 de agosto de 2010

Ella

Se despertó aturdida en el suelo de su habitación, al lado de la puerta. Tardó como cinco minutos en poder moverse bien, todo estaba borroso. Sentía que ni respiraba. Se toca sus pies, los cuales estaban completamente helados por culpa de la cerámica. Aún llevaba puesta la chaqueta, los pantalones medios desabrochados y los zapatos de la noche anterior, seguramente ni se molestó en llegar a la cama, si es que llegó sola a su pieza. Al momento que se le quitó el aturdimiento trató de recordar lo que había pasado anoche. Tenía ese dolor que se siente antes de sentir, antes de que se te queme la piel y todo eso. Se paró, Caminó unos cuantos pasos, Se lavó la cara y recordó que a las 12:00 am se verían en el bar de bellavista.
Sin duda despertó mucho peor de lo que había estado antes de irse a dormir o de desmayarse en el suelo. ¿Quién fue el idiota que le dijo que mañana todo sería mejor? Todos lo sabían, menos ella. ¿Cómo iba a saberlo? Se sentía tan pequeña, tan necesitada de alguien, pero aún así tenía miedo. Se sentó en la cama y empezó a mover las piernas. No quería que el corazón se le volviera a romper, porque sabía que ni el pegamento más rebuscado iba a volver a pegar todos los trozos para volver a comenzar. Ella no pidió que nadie llegara a su vida, pero sin querer una sonrisa se le clavó en la cara. No podía engañarse a sí misma, ya que lo único que quería era que avanzaran luego las horas para darle un abrazo y decirle que lo de la noche anterior no había sido sólo producto de las 5 cervezas y dos piscolas. Quería sentir por largo tiempo ese olor con mezcla de sudor y de colonia, mezcla de calor y de amor. Empieza de a poco a recordar lo sucedido. Él estaba sentado a 10 pasos de ella y conversaba con sus amigos. La empezó a mirar detalladamente como cuando alguien va a un museo y observa los cuadros más de 5 min, porque sabe que no los verá nunca más. Se puso nerviosa, más aún porque se encontraba sola en ese sofá negro, antiguo y con el cuero ya descascarado. En ese mismo instante él está cuchicheando con sus amigos y en menos de dos segundos estaba a sólo dos pasos de ella (para ella era como estar a dos pasos del paraíso). La tomó de las manos y la llevó a un lugar más apartado, Le cerró los ojos, La besó y le hizo un amor casi inacabado. Fue todo tan rápido que pedía a gritos que la noche no acabara. Pero sí, ya era hora de marchar, y sabía que a esa hora ya veía dos luces en una. Él suavemente le susurró en el oído: “Veámonos mañana a las 12:00 am en este mismo lugar”. Ella no dijo nada, era como si la voz la hubiese tenido atrapada en la garganta. Fue al baño a mojarse la cara y se sintió tan llena como vacía a la vez, no quería sufrir otra vez. Tenía esa extraña sensación de cuando vuelves a casa con unos labios de resaca, irritados y con algo más de color. Todo, exactamente todo le sabía a echar de menos. Y es ahí cuando pensó que se metería a cualquier lluvia, y hasta se atrevería a ganar batallas. Sólo una vez se había sentido así, y sabía que cuando llega el amor todo es confuso y ambiguo.
De repente se aproxima la hora del encuentro. Tenía dos horas para prepararse, no sabía qué ponerse, no sabía bien qué decirle, no sabía nada.
Después de haberse probado mil quinientas tenidas de ropa, se decidió por una polera escotada negra y un jeans que hace un tiempo él le había dicho que le gustaba. A consecuencia de la noche anterior, tenía cara de fantasma, sin embargo, al momento de maquillarse optó por algo natural. No quiso ir demasiado formal, pues no quería hacerlo sentir importante, y mucho menos especial. Sólo quería decirle todo lo que sintió la noche anterior, explicarle que ya no quería buscar más respuestas, ya las había encontrado. Salió de su casa en dirección al bar. Caminaba rápido, pero a pasos cortos. No sabía si tiritaba de frío o porque aún sentía su olor en la piel.
Eran las 12:00 am, y ahí estaba ella, sentada, fumándose un cigarro, su corazón latía a mil por hora.
12.05 am.
Allí estaba ella, sentada, apagando el primer cigarro y echando puteadas por su impuntualidad.
12.10 am.
Allí estaba ella, sentada, prendiendo otro cigarro, y retocándose los labios.
12.20 am.
El mozo le preguntó si quería consumir algo, ella respondió que mejor esperaría a la otra persona para comenzar.
12.40 am.
La gente la miraba, ella se sentía muy mal, ya había perdido todas las esperanzas.
12.50 am.
No quiso esperar más, tenía mucha vergüenza, mucha impotencia, el odio estaba en su cuerpo.
Se levanta y se va. Vuelve a su casa y llora todo lo que no había llorado en 22 años. Siente que nada hace bien, que es patética, que siempre tiene la culpa de todo, y que ser tan impulsiva le juega en contra. Va hacia el refrigerador y agarra toda la comida que puede con sus manos.
Y allí estaba ella, la misma del sofá negro, la misma de los amores inacabados, tirada en la cama, comiendo dulces y mirando películas de amor. Nadie iba a poder entender lo que sintió en esos momentos, ni hoy ni en muchas mañanas. Nadie iba a ser escuchado por ella.
¿Y él?... ¿Por qué no fue él? Porque lo llamó una putita suelta que siempre lo anduvo persiguiendo.

Sí lectores, mientras ella iba por su quinto paquete de pañuelos, él iba por su cuarto polvo en una hostería de mala muerte.


m.

Todo ha cambiado,
y hasta el aire sigue igual.

jueves, 19 de agosto de 2010

Lo que no hago bien

Sería más fácil nombrar las cosas que no sé hacer, en vez de referirme a las que soy buena.
No cocino, haciendo aseo soy un desastre. Soy incapaz de mantener mis cosas en orden y lo pierdo todo. Me gusta la música, pero cuando canto, desafino totalmente. Soy muy torpe y no sé clavar un clavo. No poseo el menor sentido de la orientación y suelo confundir la derecha y la izquierda cuando está una persona en frente mío. Cuando me enojo demasiado, puedo llegar a romper cosas; Hojas, lápices y en casos extremos doblo cucharas. Después me arrepiento, pero en aquel momento, no puedo controlarme. No tengo ningún peso ahorrado. Soy impulsiva y, a veces, hasta vengativa. Por una extraña razón me siento incómoda cuando estoy rodeada de mucha gente. Tengo muy pocos amigos y bastantes conocidos. Soy muy lenta tomando apuntes, Sin embargo, con el pc, sé escribir muy rápido sin mirar el teclado. No soy muy buena deportista. Excepto cuando me dio peste cristal, nunca he estado enferma (soy hipocondríaca que es muy distinto). Respecto a la puntualidad, nunca llego a la hora a ningún lado. Con la comida tengo mil manías. No como pantrucas. Prefiero ver películas en vez de estar en el computador. Casi siempre tengo alguna salida tonta de orgullo. Si no me despiertan sería capaz de dormir todo el día. Veo las noticias por el solo hecho de que estudio periodismo, porque en el fondo de mí las detesto. No me hables cuando ando con la regla, soy insoportable y antipática. No tengo ninguna carie. Y el español es el único idioma que hablo bastante bien.



m.

sábado, 14 de agosto de 2010

No es él

Se sienta algo infausto frente al espejo del baño y no se pregunta por nada. Sólo intenta encontrar quién se esconde detrás de aquella imagen, y sobre todo trata de darse cuenta si el lenocinio es el refugio que siempre quiso encontrar. Se quita el maquillaje para volver a su pálida cara. Cree a ciegas que necesita bastante rubor para verse guapo. Abre los ojos y empieza a despedirse de Antonella Benedetti y con un poco de presión en las venas se pone unos jeans y una camisa anaranjada. Nunca ha sido un buen mentiroso, ni mucho menos ha estado cerca de convertirse en actor, pero hay que admitir que frente a sus padres trataba de evadir las preguntas poniendo cara de atolondrado, con el fin de hacerles entender que no tenía ni una pizca de idea de lo que le hablaban.

Odiaba ser viril, y en las noches cuando estaba un poco letárgico trataba de entender por qué le tocó ese cuerpo poco femenino. Le asustaba tanto el hecho de que no lo aceptaran, que cuando la luz del día alumbraba los cielos sonreía de pura sensibilidad, yo creo que lo hacía para convencerse de que aún era feliz. De repente vuelve al baño. Eran las 4:30 A.M y se acuerda de que todavía cree en los milagros. Se apoya en el alfeizar de la ventana y por veinte segundos se pone a mirar un cielo casi imperfecto con la esperanza de que sus ojos lívidos tuvieran el agrado de divisar una estrella fugaz. Ni que Dios hubiese querido que su suerte cambiara, porque justo a las 4:41 A.M pasó el astro más potente que nunca antes había contemplado. Aún no logro entender cómo un pedazo de roca puede cambiar la inseguridad y la personalidad voluble de alguien, pero esa noche no buscó más respuestas en el espejo, se encontró dentro del pedazo de vidrio. No era él, era ella.


m.

martes, 27 de abril de 2010

Espérame en Montauk


Si alguna vez se han sentado sobre la arena a contemplar el mar sin límites y se preguntan el por qué de la vida, el amor, la memoria y el olvido; Sin han amado sin entender el verdadero significado de la relación o si a la vez han entendido que el amor es lo único que los mantiene vivos, es indispensable que dediquen un tiempo a ver esta extraordinaria película.

Vale la pena arrendarla, una, dos y hasta tres veces y es que su guionista, Charlie Kaufman, supo romperme el corazón y a la vez volver a juntármelo en cada escena.

En sí, la película trata de hacernos entender que toda relación tiene sus dificultades y como pareja tenemos que saber afrontar los problemas sin tomar el camino más fácil. También podemos ver ciertas tendencias psicológicas y quizás hasta filosóficas, ya que nos hace cuestionarnos de lo vivido hoy y lo que nos puede deparar el destino mañana.
Nuestra vida no es lo que vemos a simple vista, no es el conjunto de ladrillos que llamamos casa, o los miles de objetos que guardamos en nuestra habitación, no, nuestra vida son los incontables recuerdos que dan sentido a lo que vemos todos los días frente al espejo, nuestra vida está hecha de las cosas que guardamos en nuestro corazón, esos recuerdos quizás inútiles , pero que nosotros les damos un intenso significado y sabemos que es real. ¿Pero qué sucede cuando esos recuerdos son demasiado dolorosos? ¿No sería genial poder borrarlos de nuestra mente? Y si pudiéramos hacer eso, ¿Valdría la pena?

Estas intrigantes preguntas son las que le dan el hilo conductor a esta gran obra, y esa manera en que está hecha la película, sin orden temporal, es lo que me mantuvo intrigada hasta los últimos minutos donde todo empieza a tener lógica.

Realmente es una película que no deja de conmover, es más, yo quedé muy impactada después de verla, es como si de verdad hubiese recorrido los rincones de mi mente cuando he intentado olvidar o ignorar esa amargura del desamor. Tristeza, alegría, desesperación, intriga, son algunas de las sensaciones que presencié después de ver el filme. Sensaciones, que a la larga nos mantienen vivos y, por suerte, alejados del olvido.

Eterno resplandor de una mente sin recuerdo resalta las huellas de amor que quedan después de una gran pelea, la capacidad de decir "lo siento", "te amo" y a la vez aferrarse a los recuerdos, aprender de los errores y poder empezar de cero, por eso creo que es una producción dedicada especialmente a las parejas que tienen dificultades, puesto que es una película que hace reflexionar lo maravilloso que es estar vivo y aprovechar el presente pese a todas las cosas malas y desdichas que estemos viviendo.

En fin, Filme que deja un satisfecho gustito en la boca, muy recomendable para aquellos que les gusta ver propuestas distintas. En verdad, es una espléndida cinta para buscarle sentido a las cosas, encontrar paz y entender con más claridad a la pareja. Y para la gente que no le guste y no le encuentre un significado más allá de lo que queda en pantalla, siempre está el camino del olvido.



m.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Me corté el pelo


No sé si a alguien más le ha pasado, pero por lo menos a mí me cuesta un mundo encontrar un peluquero que me deje el pelo como en verdad me gusta. Siempre hay detalles que me provocan disconformidad, ya sea porque lo cortan mucho, porque lo cortan poco o simplemente porque no nos gusta el corte en sí. Más se complica la cosa cuando nos toca un peluquero afanado por cortar cabellos, es como si el pelo le gritara "córtame... Por favor" o también hay otro caso en donde no entienden cuando uno les dice: "quiero el mismo largo" ellos cortan no más y ahí se nota el amor por su trabajo y las ganas que tienen de que la gente de una vez por todas se cuide la cabellera.

Ayer por ejemplo, me fui a cortar mi horrible pelo, que más que pelo parece pasto procesado y tengo muy asumida la despreocupación que he tenido desde siempre con este tema, entonces me senté y le dije a Marcela: " Ya sé que tengo el pelo feo, pero por favor mantenme el largo" y claro, ella con una emoción sobrenatural empezó a aplicar las tijeras como si estuviera podando el pasto pero ¡En mi cabeza! y cortaba y cortaba y yo de a poquito me iba poniendo tiesa, porque cortarse el pelo es totalmente indicio de cambio de rumbo, vida nueva, renovación, y en esos momentos no estaba tan segura de querer esas cinco palabras en mi vida. Y ya ven, después de una intensa sesión de casi 40 minutos de dedicación a mi pelito, en donde yo no quise ni mirar lo que pasaba frente a mis ojos, llegó el momento de la verdad donde se dice esa pequeña palabra, pero a la vez intrigante: "listo". Alcé mi cabeza y vi lo que al parecer no fue un desastre como lo pensé desde el primer tijerazo. Era yo y mi pelo en nueva faceta, bonito, no muy largo y renovado.

Como sea, a veces nuestra naturaleza es tenerle miedo a los cambios y yo me di cuenta de que no siempre hay que aterrorizarse con algo nuevo, hay que arriesgarse, porque si es cierto que me quedan muchos años de vida, no sé si tendré el mañana para elegir ese nuevo corte de pelo y darle un toque diferente a mis pasos.





m.